¿La tecnología te esclaviza o te libera?
¿La utilizas o te utiliza?
El progreso exponencial de la tecnología en la última década ha beneficiado enormemente nuestras vidas, proporcionando mayor comunicación, libertad, confort y sobre todo un mayor acceso a información que antes estaba soterrada y que ahora está en tus manos a tan solo un clic.
Internet y todas sus plataformas sociales, abren una ventana a personas anónimas, que ahora tienen la oportunidad de tener mayor visibilidad y brinda un gran soporte a pequeñas y grandes empresas para interactuar con su público, ahora más que nunca el poder es de los consumidores.
La globalización exige adaptación y cambios rápidos y las personas más rezagadas pueden sentirse fuera de la pecera ante las nuevas formas digitales emergentes; pero lo que ya es un hecho indudable es que la mayoría de las personas de una forma u otra ya están dentro del océano digital.
Ventajas y desventajas
Sin embargo, detrás del telón de estos incipientes avances, lo que se teje entre bambalinas, puede ser, si se mira desde un ángulo diferente, un panorama bastante menos alentador, donde todas estas ventajas pueden transformarse en pequeños o grandes daños añadidos cuando este medio global no se utiliza como lo que es; una herramienta para facilitarnos la vida y no lo contrario.
Así esta eclosión tecnológica no está exenta de daños colaterales: adicción, sobrecarga mental, dispersión, desconexión con la tierra y la naturaleza entre otros.
Como consecuencia, surgen nuevos perfiles de adicciones que probablemente ya tendrán un nombre reconocido, pero que yo voy a llamar tecno-adicciones. Si quieres saber si eres un tecnoadicto puedes consultar aquí.
Una de las claves más importantes para saber si eres tecnoadicto, como es de cajón, es el número de horas que pasas delante del ordenador o usando el móvil por gusto, ya que si es por trabajo, en este caso no contaría.
Y aunque no estemos colindando con la adicción, hay que tener cuidado y observar el tiempo que nos roba el ordenador, a lo mejor te ha ocurrido como a mí: enciendo el ordenador, me meto a mirar un dato concreto que me llevaría diez minutos y al final he pasado dos horas delante del ordenador y he olvidado lo que estaba buscando.
Si te ocurre esto de forma puntual no pasa nada pero si ocurre a menudo, es hora de reflexionar si verdaderamente compensa entregar valiosas horas a nuestra computadora.
Internet es una arma de doble filo, por un lado nos permite un mayor acceso a información de todo tipo otorgándonos mayor libertad (quien tiene la información tiene el poder) pero por otro lado genera una dispersión brutal, dificultades para separar el grano de la paja y confusión a la hora de decidir entre lo que es verdad y lo que no lo es.
Tal cantidad de estímulos informativos produce colapso mental, sin olvidar síntomas físicos como cansancio, fatiga ocular, embotamiento y déficit de energía por sobreexposición a radiación electromagnética.
El enganche a las redes sociales
Ahora y antes de que se me olvide quiero hablar de la función principal de la tecnología: la apertura hacia nuevos canales de comunicación antes impensables, donde el espacio y el tiempo ya no son barreras infranqueables.
Y aquí llega Facebook convirtiéndose en la gran apisonadora “conecting people”. Sin duda, es la red social que me parece más inquietante. Desde su nacimiento la comunicación con mis amigos se ha vuelta más superficial, las visitas físicas han disminuido y con ello la calidez, cercanía, risa y retroalimentación que estas me aportan.
Y que decir del gran lio de la privacidad, en mi caso hasta hace bien poco no sabía manejarla, esto me hacía sentir vulnerable, expuesta y con una sensación de “no tengo el control”. Si bien, este asunto está en estos momentos felizmente resuelto, porque me he molestado en aprender a fondo como puedo manejar mi privacidad y ahora me siento más segura por el uso más consciente que hago de esta herramienta.
Si quieres saber más sobre esta herramienta no te pierdas mi próximo post, te daré diez claves para asegúrarte tu privacidad y convertirte en un ninja del Facebook.
Y no solo he sentido que las relaciones de amistad se han visto afectadas, sino que también en el hogar, internet dificulta la interacción física y la cercanía, roba horas de estar con la familia o simplemente de estar haciendo lo que te gusta.
Uso consciente
No hay duda ya de que estamos en la era de las grandes redes y comunicación global, en este sentido las nuevas tecnologías aportan su enorme grano de arena abriendo nuevos canales de comunicación.
¿Pero de qué tipo de comunicación estamos hablando?
Para mi hay dos lecturas: una positiva, en la que la gente desde el anonimato se atreve a expresar sus verdaderas ideas sin miedo a sentirse juzgada y otra lectura negativa en la que la comunicación se ha vuelto mucho más informativa y ha perdido matices emocionales y profundos, ya que son menos los canales sensoriales a través de los cuales captamos la información.
En mi humilde opinión encuentro emergente la necesidad de ampliar el grado de consciencia, armonía y responsabilidad con que utilizamos esta poderosa herramienta.
De lo expuesto hasta aquí la pregunta es:
¿En qué medida la tecnología nos libera o nos esclaviza? ¿La controlas o te controla?
Autora: Virginia de la iglesia